Preciosa esperanza de ingratos comienzos

Reflexiones cristianas para jóvenes

Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca. Alabaré al Señor con toda el alma. ¡Escuchen, gente humilde, y alégrense también! 
Salmos 34:1-2

No hay lecciones más provechosas como aquellas que se aprenden en la escuela de la aflicción. J. C. Ryle.

Los malos comienzos no siempre establecen cómo terminarás. He tenido algunos comienzos escabrosos en mi vida, y estoy segura de que tú también.


Un ejemplo es el único maratón que corrí cuando estudiaba en la Universidad de Baylor. Para las que no son corredoras entusiastas, eso quiere decir una carrera de 42 km. Cuando me acomodé en la línea de partida de aquel importante maratón, no me di cuenta de que participaban miles de otras personas. Pensaba que muy pocos en esta tierra se decidirían a correr un maratón de 42 km. Sin embargo, déjame decirte que había tantas personas que ni siquiera podía ver los banderines que marcaban la línea de partida. Comencé la carrera muy, muy, muy atrás de toda esa multitud, y me llevó lo que me pareció una hora tan solo pasar esos primeros banderines. Desde luego que ni siquiera podía pensar en detenerme para atarme los cordones de los zapatos o dar una mirada atrás. Un falso movimiento que hiciera, y miles de Nikes me hubieran pisoteado. Al final, la multitud comenzó a disminuir, y logré avanzar bastante segura hasta que comencé a enfrentar nuevos retos, como ampollas en lugares impensados y calcetines que parecían bolsas de arena alrededor de mis pies. Cuatro horas y treinta y dos minutos más tarde, crucé la línea de llegada con una sonrisa de victoria y un profundo sentido de realización (y alivio). ¡Lo logré! No puedo describir el sentimiento de entusiasmo que experimenté al saber que me había puesto una meta y la había alcanzado.

La cuestión es que no comencé la carrera tan espectacularmente, pero con persistencia y perseverancia, tuve un resultado magnífico y agradable. Aquella noche en la cena, celebré mi triunfo con familiares y amigos, y, desde luego, me quedé dormida en medio de mi puré de papas.

Sin duda, es fácil para cualquiera de nosotras desanimarse cuando enfrenta dificultades, especialmente si suceden al comienzo del recorrido. Tal vez tu matrimonio haya comenzado con una nota negativa, hayas equivocado el camino en tu carrera profesional, o tu infancia haya sido un desastre. Puede que simplemente hayas comenzado mal el día y te sintieras derrotada incluso antes de salir de tu casa.




LA BUENA NOTICIA ES QUE NO IMPORTA CÓMO COMIENCES TU RECORRIDO, EL COMIENZO NO NECESARIAMENTE DETERMINA EL RESULTADO.

Tienes inmensas posibilidades por delante. Dios es un Dios de esperanza, y puede redimir incluso las peores situaciones.

Piensa en los humildes comienzos de la iglesia de los filipenses, por ejemplo. Cualquiera podría pensar que esta iglesia tuvo un comienzo estelar por el gozo intenso que irradian las páginas de la carta a los filipenses. Extrañamente, no fue tan bueno para Pablo y Silas. De hecho, ¡fue absolutamente horrible! Sin embargo, Dios usó las adversidades de Pablo y Silas y de los filipenses para dar origen a una iglesia fuerte y dinámica. Al ver la situación de Pablo y la historia de los primeros cristianos de la iglesia de Filipos, no solo vemos un cuadro de esperanza, sino también una manera más sabia y prudente de reaccionar cuando no nos va tan bien como habíamos planeado.

Personalmente, a menudo doy por sentado que cuando estoy haciendo la voluntad de Dios, Él va a recompensarme con circunstancias agradables, no con un camino lleno de vicisitudes y contratiempos. Sin embargo, la vida no siempre es una clara ecuación matemática: obediencia + buenas obras = una vida fácil. Pablo y Silas estaban haciendo bien las cosas. Habían buscado la dirección y la guía de Dios para iniciar su viaje misionero.

Ahora bien, ¿cómo reaccionaron Pablo y Silas? ¡Oraron y alabaron a Dios! Sí, has leído bien. Se sentaron allí, con sus pies en los cepos, y oraron y alabaron a Dios. De hecho, la Biblia nos dice que los otros presos escucharon atentamente. Optaron por una reacción de fe en medio de una terrible situación. Me imagino que comenzaron a alabar a Dios por su soberanía y poder. Probablemente alabaron a Dios porque Él podía usar esa situación para su gloria, y lo haría.

Es decir, que nuestra reacción a cada circunstancia puede influir en el resultado.

Ellos buscaron inmediatamente a Dios en oración en medio de sus circunstancias desesperantes. Alabaron a Dios hasta en el calabozo. No ignoraron ni pasaron por alto el dolor que estaban experimentando, sino que decidieron verlo de una manera diferente. Cuando decidieron alzar sus ojos, se dieron cuenta de que su poder para atravesar las dificultades provenía de Dios, no de ellos mismos.

Nosotros también podemos aprender a elevar nuestros ojos y tener una respuesta diferente a la que el resto del mundo tiene ante las adversidades de la vida.

Somos vasos de barro con un Dios grande y poderoso que es capaz de sacar algo bello de cualquier situación. Él nos dará la fortaleza que necesitamos para soportar y perseverar en las situaciones no tan perfectas que atravesemos.



Tomado del libro "Una mujer con pasión y propósito", por Karol Ladd. 

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