Manos a la obra

Al involucrarse en la enseñanza, un maestro desea poder explicar de tal forma que, no sólo se entienda, sino que también quede grabado en la cabeza del alumno. Cuánto más si se trata de la enseñanza bíblica. Es tan agradable ver a los niños escuchando, aprendiendo y practicando sus tareas de escuela dominical.

En la iglesia comencé enseñando a los más pequeñitos, me daba ternura verlos venir y que se emocionaran con las historias que les contaba desde los tres años.

Al pasar los años continué enseñándoles a esos mismos niños durante bastantes años, hasta que crecieron.

Hoy me emociono al verlos ya algunos adolescentes y otros jóvenes que continúan en el camino del Señor. Es nuestro deber dar a conocer a Jesús, y poder enseñar tal como Él lo hacía a sus discípulos.


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Cuánto más se emociona nuestro Padre Celestial, al vernos día tras día, intentando ser como El.
Jesús continúa enseñándonos a través de su Palabra, del Espíritu Santo que vive en nosotros y de las cosas que nos suceden en el diario vivir.




Siempre podemos aprender algo de cada situación que afrontamos, sea buena o sea mala.

Y lo mejor de todo, es que el Dios de paz está con nosotros todos los días. 

Filipenses 4:4-9 - Nueva Versión Internacional (NVI)

Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes.

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