No hay nada mejor que podamos hacer por nuestra familia que dejarla en manos de Dios.
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Qué pasa cuando un miembro de la familia, un abuelo, un padre o un hijo se enferma y lo único que se puede hacer es orar y esperar? muchas veces la desesperanza y la tristeza nos invaden completamente, sin permitirnos ver más allá del dolor.
Cuando tenía 6 meses de edad, me diagnosticaron una enfermedad mortal, con poco tiempo de sobrevida. En esos momentos mis padres pasaron de vivir una alegría inmensa por su primer hijo a una tristeza absoluta, temiendo lo peor y con la incertidumbre de saber qué hacer.
Ellos hacía muy poco tiempo que eran creyentes y no estaban acostumbrados a orar. A pesar de esto, mis padres pudieron confiar en Dios. Mi madre me cuenta que en esos días oró diciendo: "Jesús, te entrego la vida de mi hija... la dejo en tus manos"...Más allá del dolor de su corazón y de conocer poco al Señor pudo confiar plenamente en Él.
Gracias a Dios después de esto comencé a mejorar hasta estar completamente sana.
Dios es poderoso, no hay enfermedad que no pueda curar.
Dios es misericordioso, aún sin merecerlo, Él nos regala la vida.
Dios es consolador, cambia nuestro lamento en baile.
Dios restaura los corazones heridos.
Dios es fiel, nunca nos abandona. Está a nuestro lado en todo momento.
"Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla." 1Corintios 10:13
