¿Hay algo más hermoso que una novia? Quizás es el aura de blancura que va con ella, como el rocío en la rosa. O quizás los diamantes que resplandecen en sus ojos. Tal vez el amoroso rubor que colorea sus mejillas o el ramillete de promesas que lleva consigo.
Una novia, un compromiso en elegante atavío. «Estaré contigo para siempre». Una mañana que trae hoy esperanzas. Prometida pureza llevada con fidelidad.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Mateo 5:11-12
Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes.
Mientras tanto acá en la tierra, probablemente hayas pensado poco en buscar casa para tu alma. Construimos casas bien elaboradas para nuestros cuerpos, pero nuestras almas quedan relegadas a una choza de campo donde los vientos nocturnos nos congelan y la lluvia nos empapa.
¿Sorprende acaso que el mundo esté tan lleno de corazones fríos? No tiene que ser de esta manera. No tenemos que vivir a la intemperie.
Dios no planeó que tu corazón anduviese errante como un beduino. Dios quiere que entres, te alejes del frío y que vivas con Él. Bajo su techo hay espacio disponible. En su mesa hay un plato preparado. En su sala de estar hay un cómodo sillón reservado exclusivamente para ti. Y quiere que residas en su casa.
¿Por qué querrá compartir su casa contigo?
Sencillo: es tu Padre.
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Salmos 91:1
Tomado del Libro Gracia Para Todo Momento y Promesas Inspiradoras de Dios - Max Lucado