Qué difícil es llegar al divorcio como decisión. Si bien, hoy en día es más común ver tomar esta determinación, para los creyentes sigue siendo algo así como un último recurso.
La Biblia dice en Malaquías 2:16 (en diferentes versiones)
"Porque Yo detesto el divorcio," dice el Señor, Dios de Israel, "y al que cubre de iniquidad su vestidura," dice el Señor de los ejércitos. "Presten atención, pues, a su espíritu y no sean desleales."
Pues el que repudia a su esposa porque ha dejado de amarla —dice el Señor, Dios de Israel— se comporta de forma violenta, —dice el Señor del universo—. Así pues, cuiden su espíritu y no sean infieles.
Nuestro Dios nos creó para que fuéramos un solo cuerpo y un solo espíritu. Nos creó así para que fuéramos un pueblo consagrado a él. Nuestro Dios odia a quienes son violentos y abandonan a su esposa. Por lo tanto, ¡tengan cuidado y no le sean infieles a su esposa!
Es importante que cuando se toma esta medida se tenga un especial cuidado de no lastimar más a los hijos del matrimonio. Así como los grandes sufren, y sin importar la edad de los hijos, ellos van a padecer el divorcio de la misma forma.
Es inevitable que los hijos sufran.
“El divorcio causa una herida invisible pero muy real en el corazón de los hijos”. Son de esas heridas de las que si no se restauran y quedan en lo secreto, se convierten en una puerta para que el oscuro espíritu del engaño entre más adelante en la vida, frustrando así a la persona y amontonando más equipaje emocional en un corazón que ya está lleno de desesperación.
Es importante que el trato, en lo posible de ambos padres, sea de amor hacia los hijos y que no se hable mal del padre que no está, que las diferencias existentes entre los grandes no afecte la relaciones de padres a hijos; y sobre todo que puedan pasar tiempo en oración.
El único que puede restaurar un corazón es Dios.
La llave de la liberación de una persona comienza con fe en el corazón de que Dios puede y está dispuesto a ayudar. "Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza." Jeremías 29:11
Lo mejor que podés hacer por tus hijos, si estás pasando por una situación así es enseñarles a depender de Cristo y Su Palabra. Es difícil seguir adelante cuando alguien te defrauda, y más aún si son los mismos padres quienes lastiman aún sin querer. Pero Cristo puede sanar ese corazón dolido y sanar la relación que tal vez se pudo haber roto con tus hijos en el transcurso del divorcio.
"Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros...
De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley. He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios. Yo, Señor, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza. Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar. Enséñame, Señor, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi descanso.
Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. Éste es mi consuelo en medio del dolor:
que tu promesa me da vida."
Salmos 119:24, 28-35, 49-50
No va a ser fácil, pero Dios te va a acompañar en estos momentos, al igual que va a guardar el corazón de tus hijos.
Lee también los siguientes estudios bíblicos relacionados:
Hijos del divorcio - Parte 1
Hijos del divorcio - Parte 2
Hijos lastimados
El divorcio como opción
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