Hay momentos en la vida, en los que parece que todo sale mal. Hay problemas en el trabajo, o en facultad, o los problemas económicos afectan también a tus relaciones familiares...y de pronto te encuentras diciendo o pensando que no sirves para nada, que todo lo que haces sale mal y que ya no puedes continuar así. El desánimo domina tu vida y todo deja de tener sentido.
Quiero contarte algo, Jesús disipó los temores que abrigaban sus nerviosos discípulos. Hay que recordar que los discípulos eran personas comunes a quienes se les confió una apremiante tarea. Antes de figurar como santos en los vitrales de las catedrales, eran simplemente vecinos que trataban de ganarse la vida y criar una familia. Ni siquiera estaban hechos de fibra teológica ni se habían criado con leche sobrenatural. Pero su devoción superaba un poco sus temores y como resultado hicieron cosas extraordinarias.
Ten la seguridad de que naciste con un propósito y que Dios va a acompañarte en cada paso de ese camino.
Los temores terrenales realmente no son temores. Responde primero la gran pregunta de la eternidad, y los pequeños interrogantes de la vida tomarán su verdadera perspectiva.
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia … Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
Isaías 41:10,13
Tomado del libro promesas inspiradoras de Dios