Todos nosotros nos decepcionamos cuando tenemos un plan que falla, una esperanza que no se materializa, un objetivo que no es alcanzado. Cuando suceden cosas como estas, experimentamos decepción por un cierto periodo de tiempo, uno que pude llevarnos a la depresión si no se maneja de la forma adecuada.
A menudo la decepción lleva a hacernos sentir desanimados, que es incluso más que "desalentador". Qué decepcionante y desmotivante es ver destruidas las cosas que amamos por otros sin sentido o, incluso peor, por nuestra propia irresponsabilidad o fracaso.
A pesar de cómo haya sucedido o quién sea el responsable, es difícil continuar cuando todo en lo que hemos confiado se derrumba alrededor de nosotros. Ahí es cuando nosotros que tenemos adentro el poder creativo del Espíritu Santo podamos recibir una nueva visión, una nueva dirección y un nuevo objetivo para ayudarnos a vencer la influencia descendente de la decepción, desmotivación y destrucción.
Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.
2Co 4:8-9
Del libro "New Day, New You" de Joyce Meyer.