HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA IMAGEN

Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, 
que guarda el pacto y la misericordia 
a los que le aman y 

guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.

Deuteronomio 7:9


Dios es mi padre tierno


Dijo Dios “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Génesis 1:26). ¿
Pero, qué revela esta declaración acerca de sus propósitos para la humanidad y la oración?

Primero Dios creó a la humanidad ara que ésta reflejara su carácter y personalidad. Fuimos creados como Él, teniendo su “imagen” y “semejanza”. Eso quiere decir que nosotros fuimos creados para tener su naturaleza y carácter moral. Dios creó a la humanidad para establecer una relación de mutuo amor con la humanidad. Él creó a la humanidad a su propia imagen para que el amor pudiera ser dado y recibido con libertad entre el Creador y el creado. El hombre puede tener un compañerismo con Dios porque Dios hizo al hombre de su propia esencia. Él creó al hombre con espíritu, así como Él es Espíritu (Juan 4:24).



Somos idea de Dios. Somos suyos. Su rostro. Sus ojos. Sus manos. Su toque. Somos Él. Fíjate en el rostro de todo ser humano sobre la tierra y verás su parecido. Aunque algunos parecen ser parientes lejanos, no lo son. Dios no tiene primos, sólo hijos.
Aunque Dios es el creador, Él siempre ha enfatizado que Él es el Padre del hombre. Su deseo no fue ser primeramente que se pensara de Él como un terrible “fuego consumidor” (Deuteronomio 4:24). Dios quiere que nos acerquemos a Él como lo haría un niño a su amoroso padre.

Somos, increíblemente, el Cuerpo de Cristo. Y aunque no actuamos como nuestro Padre, no hay verdad más grande que esta: Somos suyos. Inalterablemente. Él nos ama. Perpetuamente. Nada puede separarnos del amor de Cristo (véase Romanos 8.38–39).

El hombre fue creado de la esencia de Dios y él depende de Dios como su fuente. Como seres humanos, no somos auto-suficientes, aunque nos gustaría pensar que lo somos. No podemos revelar la imagen y semejanza de Dios fuera de una relación con Él. Nadie estará realmente satisfecho, sino hasta que él o ella ame a Dios. Dios debe ser el primero en nuestras vidas porque fuimos diseñados para hallar realización y máximo significado en Él.

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.

Salmos 103:13



Tomado del Libro Devocional Diario De Poder - Dr. Myles Munroe y 
Promesas Inspiradoras de Dios - Max Lucado

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