Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cuando fue atacado por ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto.
Un sacerdote que viajaba por el mismo camino, al ver al hombre mal herido, pasó por otro lado.
Así también, un levita, cuando llegó al lugar y lo vio, pasó por un costado.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó por el camino donde estaba el hombre; cuando lo vio, se compadeció de él. Se acercó y lo ayudó, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él.
Jesús dijo: "¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?" El experto en la ley le respondió: "El que se compadeció de él." Jesús le dijo: (Lucas 10: 33-34, 36-37) "Vete y haz tú lo mismo."
Tal vez la respuesta está en la respuesta de Jesús al hombre en Lucas 10 cuando preguntó: "¿Quién es mi prójimo?" Jesús enseñó que un verdadero prójimo no es simplemente el más cercano en la proximidad sino el que muestra misericordia.
Entonces Jesús dijo que debemos "ir y hacer lo mismo." Tal vez es porque Dios no nos deja solos o abandonados en nuestro tiempo de necesidad. Juan 14:18 dice: "No os dejaré huérfanos; Vendré a ti."
Dios nos encuentra donde quiera que estemos y nos da la bienvenida en su familia, adoptádonos como sus propios hijos.
En cualquier parte del mundo, Él no se queda tranquilo al ver a uno de los miembros de su familia herido, sino que envía a sus hijos, a nuestros hermanos y hermanas. A nosotros nos pide llegar en el amor a los demás, para ir y hacer lo mismo con nuestros vecinos. Él nos quiere cuidar y nosotros mostremos ese mismo amor a cada uno de los que nos cruzamos en el camino.
-Joyce Meyer.