Este jardín es un lugar al cuál eres invitado por el Espíritu Santo. Es una cita secreta en un lugar sagrado compartido por dos amantes, cuya mayor alegría es estar juntos, disfrutando del amor del uno al otro. Es tu propio escondite Santo, donde tú y Jesús; tienen la oportunidad de celebrar la unión, en lo privado de un centro sagrado, donde nada ni nadie puede interrumpir tu intimidad.
Es en ésos momentos privados, en que nos encontramos seguros de su aceptación, tan conscientes de su amor, que los asuntos más profundos de nuestro ser, empiezan a salir a la superficie en oración. Vaciamos nuestros corazones en la presencia de aquél, que por ninguna razón nos rechazará. Como amantes, quienes comparten toda la noche, nos encontramos compartiendo nuestros secretos más oscuros y nuestras penas más profundas. Hablamos de los sueños que no podemos dejar y las decepciones que no nos dejan.
Frente a Su interés genuino por nosotros, no es necesario inflar nuestro lenguaje con términos religiosos. Frente a su tierna aceptación, no hay necesidad de suprimir, los asuntos de nuestras vidas, que son incómodos de compartir. En éste escondite santo, tenemos el sentir profundo de que ya estamos en casa. Sabemos que es un lugar seguro, donde prevalece el amor. Es un lugar en donde nosotros queremos ser vulnerables y transparentes.
¿Cuál es éste lugar sagrado donde podemos encontrar a Jesús? Es un lugar de oración, pero es más que éso. Es un lugar de meditación. Durante muchos años para mí, la consistencia en la oración fue todo un reto. Era disciplina, algo que hacer, porque así nos dice la Biblia. Me sentí culpable porque muchas veces no quise orar. Quería orar, pero cuando oraba, era muy a menudo un ejercicio mental, dirigido a producir un resultado espiritual positivo. Fue una típica oración legalista, "haz algo para recibir algo." Haz un progreso espiritual basado en mis logros, como una persona cualquiera hace abdominales, porque sabe que es bueno para él, pero no le gusta hacerlos.
A veces traté de animarme para sentir la presencia de Dios. Ciertamente hubo momentos genuinos de su presencia, pero aún en estos momentos, sentí que algo faltaba en mi vida de oración. Había una superficialidad en mis oraciones, que me dejaban queriendo más.
Desde que empecé a entender la oración en el contexto de meditación, las cosas han cambiado. He llegado a entender que Jesús nunca nos llamó a un tiempo de quietud religiosa, sino que nos ha invitado a una cita secreta, donde derramará su amor sobre nosotros.
Quizás has empezado a experimentar a Jesucristo, revelándose a ti en maneras más íntimas. Quizás escuchas su voz cariñosa llamándote para acudir, sentarte y permitirle derramar su amor sobre ti en momentos de intimidad sobrenatural, conocida como la meditación devota.
No has sido llamado a cumplir una disciplina religiosa, sino más bien, estás invitado a un tiempo de intimidad cariñosa en donde Jesús vierte su afecto sobre ti. Después de estar consciente de su abrazo amoroso, quieres más. De ahí en adelante, no estarás simplemente buscando respuestas a tus preguntas o necesidades, desde ése momento en adelante, te vas a encontrar buscándole sólo a Él.
El concepto de meditación es un misterio para muchos Cristianos. Por alguna razón, la palabra evoca un sentido negativo a muchos creyentes. Tendemos a criticar las cosas que no entendemos. Muchos cristianos no entienden el tema de meditación. El escritor Buck Anderson describe bien la percepción que muchos hemos tenido: "La palabra nos hace pensar en un cuarto de poca luz, lleno de incienso. Algunos discípulos se sientan en el piso incomodamente. Esperanzados en llegar a ser uno con su dios, cantan incesantemente su canto secreto, Ommmmmm, Ommmmm, Ommmmmm."
Ciertamente ésa era mi percepción. Para mí, la meditación parecía ser algo practicado, por personas involucradas en las religiones raras, gente que estaba equivocada espiritualmente. Crecí en una iglesia protestante y fui sospechoso de cualquier cosa fuera de mi experiencia. Había escuchado la palabra “meditación” de vez en cuando, pero generalmente conectada a leer la Biblia, pero no a la "meditación" en su verdadero significado.
La Biblia enseña el lugar de meditación en las vidas de aquellos quienes aman a Dios.
"Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo."
Salmos 27:4
Hay un lugar interno donde Jesús vive y anhela que lo disfrutemos. El Señor está en su Santo Templo. El Apóstol Pablo describió éste templo diciendo: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16)
Dios vive en ti y desea que no mires a los recursos de afuera para llenarte, sino que veas a Cristo quien reside en ti.
"Cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro..."
Salmos 63:6-7ª
"Recordaré las maravillas que hizo el Señor en otros tiempos; pensaré en todo lo que ha hecho."
Salmos 77:11-12 (Dios Habla Hoy)
"En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos."
Salmo 119:15
Una definición de "meditación" tomada de los Salmos podría ser: “El hecho de enfocar toda nuestra atención en la presencia moradora de Dios, sus obras, sus caminos y sus palabras.” Incluye el vaciarnos, eliminar todo lo que puede interrumpir nuestra habilidad para enfocarnos completamente en Él.
La meditación Bíblica existe cuando todo nuestro ser está intensamente enfocado en Él. La "meditación" como una forma de oración, es simplemente vaciar nuestras mentes ocupadas de todo, para que podamos ser llenos solamente con Él. Las meditaciones de las religiones orientales están equivocadas, porque ni empiezan ni terminan con Jesucristo; simplemente hablan de vaciar lamente, ésa es su meta, vaciarse. Por el otro lado, la "meditación Bíblica" sucede cuando vaciamos nuestras mentes, para que puedan ser llenas con el conocimiento de la presencia de Jesucristo.
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