Yo no lo merecía, pero Él de todos modos lo hizo. Yo no se lo pedí, pero Él de todos modos ya lo había hecho: Jesús murió por mí. Sí, Él tomó mi lugar. El pagó mi rescate con Su vida. ¿Cómo alguien puede amar tanto hasta dar su propia vida en mi favor? Yo no soy mejor que nadie, y sin embargo, Él lo hizo. Así que, aquí estoy, sin merecerlo, sin pedirlo y sin ser mejor que nadie… Jesús, de todos modos, lo hizo.
No es algo virtual, no es algo religioso o místico. Simplemente, cuando creí lo que Jesús hizo por mí, nací de nuevo. No hablo de entrar al vientre de mi madre y volver a salir, lo cual es imposible. Hablo de nacer del Espíritu. Creo que tengo nueva vida. Ya no vivo yo, ahora Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo, lo vivo por la fe en lo que Jesucristo hizo por mí.
Entonces, cuando vienen las tormentas de la vida, el desánimo, las dificultades, las situaciones agobiantes, las enfermedades, las pérdidas, los fracasos, las injusticias, yo, de todos modos, creo. Aunque no entienda lo que ocurre. De todos modos, creo. Mi cuerpo se va gastando, pero mi espíritu va cobrando más fuerza. Las dificultades que tengo son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios me llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa.
Sí, de todos modos, creo en Jesús.
Pat Ova
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
Hebreos 11:1
Vivimos por fe, no por vista.
2 Corintios 5:7
Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.
1 Pedro 1:8-9
De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.
Juan 7:38
—Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.
Juan 20:29