Si no luchamos, nunca conseguiremos la victoria

Dios te ama

Hoy podemos pelear y conseguir la victoria, en cualquier situación que nos encontremos, porque Dios está de nuestra parte. Deja que tu "Desorden" se Convierta en Mensaje.

Muchas veces desconocemos los motivos por los que Dios permite que pasemos por ciertas tormentas que sacuden nuestra vida y marcan nuestra historia. Ayer escuché varios testimonios de vida y todos se resumían en que sin importar la gravedad y lo difícil de superar de cada situación, cada uno pudo salir adelante y encontrar el sentido en la vida gracias a haber conocido a Dios.



Yo motivo a las personas a que superen su pasado, pero que nunca huyan de él. La única forma de obtener la victoria sobre el dolor de nuestro pasado es permitir que Dios nos conduzca de nuevo a través de esa puerta del dolor hacia la victoria. Nadie puede lograr la victoria por nosotros; tenemos que trabajar en nuestra propia salvación. Pablo explicó esta verdad en su carta a los Filipenses, diciendo:

"Por tanto, amados míos . . . como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos (cultivando, llegando a la meta, y totalmente completo) en vuestra salvación con temor y temblor (con suma prudencia, amabilidad de conciencia, vigilante contra la tentación, tímidamente retrocediendo ante cualquier obra que ofende a Dios y desacredita el nombre de Cristo). [No con su propia fuerza] porque es Dios el que en vosotros produce [energizando y creando en usted el poder y deseo], así el querer como el hacer, por Su buena voluntad" (Filipenses 2:12,13)

Tenemos que dejar que Dios nos lleve a través de las cosas y dejar que Él trabaje en nosotros para que nuestro desorden se convierte en nuestro mensaje. Las cosas difíciles que hemos soportado en el pasado nos preparan para las bendiciones de Dios en nuestro futuro.

Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
2Co 3:18 NVI

El SEÑOR es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Dios es mi refugio, él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto. Alabado sea el SEÑOR; cuando le pedí ayuda, me salvó.Salmos 18:2-3


Del libro "New Day, New You" de Joyce Meyer.

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