Uno de esos días en que todo sale mal

Hace poco estábamos de vacaciones con mi familia cuando Dios interrumpió mis planes. Habíamos viajado cientos de millas para quedarnos en un hotel en la playa. Había organizado pasar un día visitando amigos. Pero entonces, en medio de la noche, justo antes del día libre que había programado, uno de mis hijos despertó enfermo. Pasé todo el día siguiente encerrada, mirando a través de la ventana del hotel el largo trecho de playa que estaba apenas fuera de mi alcance.


La vida está llena de interrupciones, inconvenientes, frustraciones y eventos inesperados. Las cosas se rompen. Ocurren accidentes. El teléfono suena justo cuando cuando quieres descansar. El tráfico te hace llegar tarde. Justo cuando no podemos gastar más, se descompone un electrodoméstico. Enfermedades inesperadas cambian los planes que se planearon tan cuidadosamente. Podría seguir con una lista más y más larga. Probablemente tengas tú lista.

El problema es que, por lo general, no sé lidiar bien con estas interrupciones. Reacciono con frustración y rabia. Como una niña pequeña, quiero patear el piso y decir: “¡No es justo!”. Culpo a los demás por las molestias. Hasta celebro mis propias fiestas de autocompasión.

Tengo una buena noticia, aun cuando estas interrupciones son inesperadas y nos toman por sorpresa, a Dios no lo toman por sorpresa. No son eventos fortuitos y sin sentido. De hecho, las interrupciones Dios las está permitiendo por alguna razón que va más allá de lo que podamos ver. Y Dios las utiliza para hacer que me parezca más a Cristo, porque Él es soberano, nada se escapa de su voluntad.

Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha.  Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí.
Salmo 55:16‭-‬18 (NVI)




Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación .  Canto salmos al Señor . ¡El Señor ha sido bueno conmigo!
Salmo 13:5‭-‬6 (NVI)

De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad  perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.  Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas.
Efesios 4:13‭-‬14 (NVI)

Es en estos momentos en los que el zapato aprieta cuando nuestra fe es puesta a prueba y miramos hacia abajo para ver si estamos parados sobre la roca o la arena. ¿Creemos realmente que Dios tiene el control sobre todos los detalles de nuestra vida? ¿Creemos realmente que su gracia es suficiente para ayudarnos a sobrellevar el día? ¿Creemos realmente que el evangelio de Cristo tiene poder suficiente no solo para salvarnos eternamente, sino también para sostenernos y fortalecernos en medio de las interrupciones de la vida? ¿Creemos realmente que Cristo es suficiente para satisfacer todas las necesidades más profundas de nuestro corazón?

Estas interrupciones son actos de la gracia de Dios. Nos obligan a examinarnos a la luz de estas preguntas. Son la manera en que Dios nos quita el velo de los ojos y nos hace ver que lo necesitamos y a su Palabra en todo momento del día. Son la luz que brilla en las cavidades más oscuras de nuestro corazón, revelando dónde está nuestra confianza.


Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca.
Salmo 27:5 NVI

Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor; porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia.  A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, pues tú, oh Dios, eres mi protector. ¡Tú eres el Dios que me ama!
Salmo 59:16‭-‬17 NVI

Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón ; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.
Salmo 27:3 NVI


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