Vivir guiados por el Espíritu Santo


«Verdadera lucha, esperanza verdadera».


Las promesas de Dios son magníficas, y se han cumplido en nosotros y para nosotros por medio de Cristo, sin embargo, la vida guiada por el Espíritu Santo es una lucha constante, una puja entre fuerzas opuestas.

Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer. 1 Co. 10:12

El apóstol Pablo lo entendió muy bien. En su carta a los Romanos enseña la verdad de Dios sobre todo tipo de temas cruciales como: el cielo y el infierno, la creación, el juicio, el perdón, la justificación, la santificación, la obra de la gracia, el papel del Espíritu, nuestra adopción en la familia de Dios, la conexión con el Antiguo Testamento, la ley y el gobierno, la relación con personas difíciles, y otros temas.

Un docente en teología podría pasar años enseñando las cartas de Pablo y nunca llegaría a sus profundidades de nuestro corazón, sólo el Espíritu Santo puede darnos luz en cada área de nuestra vida, aún en aquellas que no conocemos.

En la Palabra, el apóstol nos enseña la gloriosa verdad del perdón, el poder y la esperanza de Dios, pero también es completamente honesto acerca de sus fracasos. Puede que no queramos mirar debajo de la superficie de la vida de Pablo, pero no nos da otra opción. Allí describe la imagen desagradable durante todo un largo capítulo. Anteriormente enseña acerca de la maravilla de la gracia de Dios en Jesucristo, y explica que la ley es eficaz para revelar nuestros pecados. Luego admite su lucha personal. En el séptimo capítulo, confiesa: «No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena… De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero». Romanos 7:19

Podemos sentir su exasperación al final de su confesión cuando exclama: «¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?» Romanos 7:24

«¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado. Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte». Romanos 8:1-2




En Romanos 8, Pablo explica cómo Dios transforma nuestro corazón de manera sobrenatural. Dios le ha dado cuatro manifestaciones claras de dicha transformación en Cristo a cada creyente:

*El perdón y la libertad

Para los creyentes, no hay «ninguna condenación» porque Jesús ya pagó el precio por nuestros pecados. Somos libres del castigo de la Ley, porque Jesús ya ha cumplido con todos sus requerimientos, y estamos en Él.

*El poder y la presencia del Espíritu

El Espíritu Santo habita en cada creyente, y que nos ha dado el poder para dar «muerte a los malos hábitos del cuerpo» en nuestra vida, y Él intercede por nosotros cuando estamos demasiado confundidos o débiles como para saber cómo orar.


*Seguridad y adopción como hijos

Hemos sido adoptados en la familia de Dios, no como hijastros apenas tolerados, sino iguales a Cristo, «coherederos» con Él. El Espíritu Santo «le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios» para asegurarnos que le pertenecemos.

"Dios... nos ama con el mismo amor inquebrantable con que ama eternamente a su Hijo unigénito. No hay distinciones de afecto en la familia divina. A todos nos aman tan plenamente como Jesús es amado. Es como una historia de hadas: el Rey soberano adopta a muchachos abandonados y callejeros y los hace príncipes". (J. I. Packer)

*Confianza en los propósitos y el plan de Dios

Pablo, reconocía que nos enfrentamos a muchas situaciones que nos confunden, que son decepcionantes o inquietantes. Nuestra tendencia es apartarnos o amenazar a Dios porque suponemos que nos ha fallado. No es así, podemos estar seguros que Dios siempre está obrando para su gloria y nuestro bienestar. Pablo escribió: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito»Romanos 8:28

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