Esperar con paciencia

Wow! Cuánto nos cuesta esperar, y más hacerlo con paciencia. Esperar puede ser una tarea difícil, especialmente si estamos esperando algo que deseamos con ansias. La espera puede generar una variedad de emociones, como frustración, impaciencia, ansiedad, enojo e incluso tristeza. Y la paciencia puede ser aún más difícil de mantener, ya que requiere un esfuerzo consciente para controlar nuestras emociones y esperar el tiempo necesario.


Además del costo emocional, la espera también puede tener un costo práctico. Por ejemplo, si estamos esperando una oportunidad de trabajo o una respuesta importante de alguien, la espera puede afectar nuestras finanzas y nuestras relaciones personales.

Sin embargo, a pesar de estos costos, la espera y la paciencia también pueden tener beneficios. La espera puede enseñarnos a ser más resistentes y a desarrollar la capacidad de postergar la gratificación. La paciencia puede ayudarnos a reducir el estrés y la ansiedad, y también puede mejorar nuestras relaciones personales al permitirnos ser más tolerantes y comprensivos.


Por esto, el costo de esperar y hacerlo con paciencia depende de la situación y de cómo manejamos emocionalmente la espera. Aunque puede ser difícil, también es una oportunidad para desarrollar nuestra resiliencia y habilidades emocionales.


Me ha tocado pasar por un largo tiempo de pruebas. Quedé embarazada milagrosamente de gemelas, sinceramente estuve con algo de temor por varios meses, hasta que entendí que Dios era quién nos cuidaba. Lógicamente sabía que podía pasar por momentos de dolor y sufrimiento, como muchas, no quería pasar por eso, pero pude confiar en Dios y llegar a casi término de la mejor manera.
Gracias a Dios no fue necesario pasar por la Neo, que tanto me preocupaba. 

El primer mes fue duro, largas noches sin dormir, mucho esfuerzo como familia, para que las pequeñas estuvieran bien, aumentaran de peso y todos los cuidados que supone un recién nacido, está vez por dos.

Logramos pasar el primer el primer control pediátrico con éxito y ya se empezaba a sentir alivio.
Una semana después, un virus invernal nos dejaba a las dos niñas internadas, una con respirador artificial. Sentí morir en ese instante. Sólo Dios pudo mantenernos en pie, cuidar a nuestro otro hijo también de la mejor manera y fortalecer nuestras vidas.

Gracias a Dios ellas fueron dadas de alta, logramos pasar por la tormenta. Pudimos experimentar el abrazo de la familia sangre y de la familia espiritual, hubiera sido imposible sin ésta contención!

Pasaron casi dos meses, de mucho cuidado y temor, parecido a la pandemia mundial, pero en casa.
Cuando pensamos que ya había terminado, otra vez me encontré como al comienzo. Ésta vez otro virus nos dejó a todos en cama y otra vez una internación con respirador artificial. Fue un tiempo más corto, pero igual de duro, muchas lágrimas derramadas, sentir cómo se volvía a partir el corazón y a la vez no querer caer para cuidar a los otros pequeños.
Otra vez, Dios nos sostuvo y abrazó profundamente.
En esta oportunidad, ya no quería saber más nada con ésto. Necesitaba que termine pronto tanto sufrimiento. Todavía quiero que pase. Porque para la gloria de Dios tuvimos el alta, pero aún estamos recuperando en casa. 

En esta "necesidad" de pasar rápido el "mal tiempo", de que termine tanto dolor, me refugié en la Palabra, especialmente en los Salmos, y Dios me recordó que esperemos con PACIENCIA, qué fácil decirlo y qué difícil transitarlo. Hay pruebas por las que vamos a pasar, pero Dios se va a glorificar y tendremos la victoria. Él se va a ver en nuestra debilidad. Sería imposible seguir adelante sin Él.

Te animo a esperar en Dios con paciencia, si estás pasando por una tormenta sé valiente, recordá que Dios es más grande y poderoso que cualquier tormenta por la que tengamos que pasar.

"El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado. Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo. Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en su santuario. Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará. Entonces mantendré mi cabeza en alto, por encima de los enemigos que me rodean. En su santuario ofreceré sacrificios con gritos de alegría, y con música cantaré y alabaré al Señor. Escúchame cuando oro, oh Señor; ¡ten misericordia y respóndeme! Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor». No me des la espalda; no rechaces a tu siervo con enojo. Tú siempre has sido mi ayudador. No me dejes ahora; no me abandones, ¡oh Dios de mi salvación! Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca. Enséñame cómo vivir, oh Señor. Guíame por el camino correcto, porque mis enemigos me esperan. No permitas que caiga en sus manos. Pues me acusan de cosas que nunca hice; cada vez que respiran, me amenazan con violencia. Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes. Espera con paciencia al Señor. Sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia."
Salmos 27 (NTV)

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